En la cafetería, relato erótico, el blog del erotismo

En la cafetería, relato erótico

En la cafetería, relato erótico

Conozco a  Yolanda es una mujer tranquila. Me gusta la tranquilidad. Tiene una voz que es suave, ligera, como de seda. Sus palabras son amables, sencillas y elegantes. Y luego está su cuerpo, que es sugerente y travieso

Yolanda trabaja por las tardes en el café y  tienda Starbucks en el centro de la ciudad. Yo nunca la he visto en otro lugar, solo allí. Esta tarde un uniforme de algodón se aferra a su delicada figura femenina, seguramente ha llevado el uniforme a la modista para que lo ajuste a sus curvas. Un uniforme un tanto ingenuo que está en contradicción con sus ardientes ojos de perlas negras.

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Se suma a su atractivo una hermosa cabellera negra, unas bonitas piernas  y unas zapatillas.

Soy un hombre que adora a las mujeres morenas. Y he tenido la suerte de haber estado con varias, de haber gozado de sus cuerpos cálidos, una calidez que solo puede dar una morenita.

Me encanta cuando una morena de pelo largo me hace una impecable mamada, la visión de su melena azabache cayendo sobre mi piel a cada lametón me pone casi más que el mismo hecho de de la felación.

La veía moverse por la cafetería, llenando los estantes, poniéndose de puntillas para llegar a ellos tensando sus firmes pantorrillas y sus muslos, su culo, como un melocotón, firme que está diciendo cómeme, a veces también la veo agacharse, nuevamente esa pose, ese culo mueven mi interior y una tremenda erección se produce a continuación

Es una chica muy atractiva sobre 1,70, bocas sensual. Sus pechos erguidos, un escote atractivo corren el peligro de ser separados por una gruesa erección en cualquier momento. Quizá la erección de mi polla…

Inesperadamente, una tarde sin previo aviso, se sentó  en la silla vacía frente a mí, un poco de café cayó de mi taza ante la sorpresa.

-Hola.

-Hola, dije yo con toda la calma que pude que no era mucha.

-¿Qué haces esta noche? Ella preguntó.

-Pues… en principio no tengo plan, contesté yo,

-¿Quieres que nos veamos a la salida de mi trabajo?

Se levantó de su silla y se sentó en la de mi lado, me dijo que ella se había dado cuenta de que me gustaba, que se notaba que la deseaba y que yo también le gustaba a ella.

Cogió mi taza de café, bebió un sorbo, parte de la crema se le quedó en los labios los cuales limpió con la lengua repasándolos varias veces y emitió un elaborado,»Mmmmmm»

Se levantó sonriendo y volvió a sus quehaceres.

Yo la veía moverse como antes, como si no me hubiera propuesto una cita, atendía a todo el mundo como siempre, casi sin mirarme.

Cogí mi libro  y me propuse leer para matar el tiempo, fue imposible, no hacia mas que levantar la vista para seguirla a Yolanda por el local.

Ella se daba cuenta y me sonreía divertida. He tenido citas con más mujeres, no soy un don Juan pero no se me dan mal las chicas, pero, ella… provocadora, seductora… Que me propondrá, saldremos a cenar, quizá luego unas copas, luego a su casa o quizá a la mía…

Que tontería! pensé, apenas hemos cruzado unas palabras, si, vengo aquí a menudo y ella sabe que me gusta, pero…

Llega la hora de cerrar el local, Yolanda me hace un gesto para que me meta en los aseos, mientras ella le dice a la ya escasa clientela que ha de cerrar. También a sus colegas les dice que ella cierra esta noche y que ya se pueden ir.

La muy zorra!!. Pensé que yo la esperaría fuera mientras cerraba pero quiere encerrarse en la cafetería conmigo!

Escucho todos los ruidos y rumores desde el baño, al final todo queda en silencio, la puerta se abre

-Ven aquí, todo el mundo se ha ido, ya he apagado las luces

-Siéntate en el sofá, susurró.

Al igual que los cafés más antiguos, el Starbucks tenía muebles al azar como en una sala de estar, colocados arbitrariamente por aquí y por allá.

Yolanda se arrodilló delante de mí y puso su mano en mi cremallera, una evidente erección se encuentra debajo. Un volcán se agita con magma candente que hace tiempo que no erupciona.

Yolanda se apoderó de mi polla y vaciló, esperando mi aprobación.

-¿Lo hago bien?»

Por toda respuesta incline mi cabeza hacía atrás y me dejé hacer.

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Su boca, cálida resbaladiza me envolvió en saliva, fue genial el modo en que sus labios y su boca me engulleron, la primera vez en la boca de esa morena deliciosa, mmmm. Ella puso un dedo en mi culo y lo acarició, luego me sorbió varias veces muy deprisa, luego despacio, sus manos jugueteaban con mis pelotas y mi culo lentamente. Yolanda se tomó su tiempo.

Sabía lo que se hacía y lo que me hacía, cuando notaba que ya me iba a correr, paraba, luego, reanudaba.

Aquello me gustaba y me torturaba, quería dejar brotar ya mi leche en la preciosa boca de aquella chica morena…

Se la sacó de la boca y dijo

-Estoy lista. Es hora de que te corras. Que me des tu semen.

-Sí por favor, me muero de ganas!

Ella aceleró sus caricias y sus chupadas y me corrí, me corrí largamente en su boca, ella apenas podía contener aquel torrente de semen y algo de mi leche se escurrió por sus mejillas. Me agarraba al sofá con fuerza mientras los espasmos de mi orgasmo terminaban.

Ella no dejó de chupar y de acariciar mis pelotas y mi culo hasta que mi leche dejó de manar por completo.

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Se sentó frente a mí, recogió con un dedito la leche de sus mejillas y la puso en sus labios, se relamió con la lengua. Luego, entreabrió las piernas y empezó a masturbarse para mí. Yo me acerqué a ella con intención de complacerla con mis manos o mi boca, ella me dijo.

-No, por favor, esto es una ofrenda para ti, no me masturbo para nadie, eres afortunado, siéntate y disfruta.

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Hice caso y la vi masturbarse frente a mí, los dedos de una mano acariciaban frenéticamente sus duros pechos, los de la otra se hundían en su sexo. Podía ver como esos dedos brillaban debido a lo mojado que tenía el coño.

Al poco se estaba corriendo, intensamente, largamente, gimiendo como una gatita en celo, entornando los ojos como una posesa.

Mi polla empezaba a recuperarse, ella también y vio como me estaba empezando a masturbar, restos de mi leche de la anterior corrida todavía manaban, ella se acercó y los lamió.

Sigue, chúpamela otra vez, le dije.

-No, dijo ella,-Ya hemos acabado. No suelo follar en la primera cita pero me apetecía mamartela. Me ha encantado el sabor de tu semen, quizá repitamos, quizá no, será decisión mía en cualquier caso.

Yolanda se levanto, se arregló el uniforme, tomó mi mano y me llevó a la puerta de atrás. Me hizo salir y me despidió.

No quedaba nada más que hacer que irme a casa y hacerme un buen pajote.

No volví a ir a aquel Starbucks ni a ver a Yolanda, hay muchos peces en el mar como para permitir que  una chica me manipule de ese modo, pero… fue una de las más extrañas y mejores mamadas de mi vida!

 

 

Autor entrada: admin